miércoles, enero 03, 2007

 

"-¡Ay señor! -dijo la sobrina. Bien los que puede vuestra merced mandar quemar, como a los demás; porque no sería mucho que, habiendo sanado mi señor tío de la enfermedad caballeresca, leyendo éstos se le antojase de hacerse pastor y andarse por los bosques y prados cantando y tañendo, y lo que sería peor, hacerse poeta, que, según dicen, es enfermedad incurable y pegadiza."


Capítulo VI, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha.


¿Y qué son los poetas? ¿Seres de otro planeta? ¿Idealistas al extremo? ¿Locos? ¿O tan sólo enamorados de la luna? Durante siglos la humanidad ha cavilado acerca del origen de éstos, los llamados en algún tiempo trovadores, bardos, juglares, etc. Los que al ver una puesta de sol, una luna llena en medio del desierto firmamento, sacan a jugar a sus mascotas, las palabras, o quizás ellas mismas sacan al poeta para ponerlo entre la realidad y la fantasía, para tejer una historia irreal, en un estado casi onírico y frenético, donde los planos se separan los unos de los otros, y al final, abrazan al corazón del loco que las escribe, dándole un pequeño sorbo del elíxir de los dioses. Un escritor, dirían unos, pero para mí el poeta es un pequeño suspiro en un mar de tempestades, donde las emociones simplemente arrullan al que las experimenta en un ligero éxtasis, un estado próximo a la muerte.

En Noches Como Ésta


El corazón habla, y las estrellas escuchan
habla a tu oído, y tu silencio me contesta
en las noches como ésta, cuando la playa era nuestro teatro
las olas de la mar eran como los aplausos de un público satisfecho
nuestros suspiros, como vítores de júbilo
perdidos en la extensión de la tierra misma
tu mirada a la luz de la luna
puerta entre la realidad y mi propia locura
donde simplemente me perdía
en noches como ésta, fue tu cuerpo mi templo
y tus besos, el incienso que ofrecí al amor en tributo
amada, amada mía, mariposa de papel
mágico ser, fuego y cristal, en las desoladas praderas de mi mente
En noches como ésta, fuiste mi refugio
mi sombra, mi luz en la noche más oscura
la sombra de mi sombra, el eco de mi voz...
mi musa perfecta, la que se escondía entre las sombras
En noches como ésta, las demás palidecen
y los besos que me robaste me queman la piel
porque el pergamino celeste fue testigo
mudo confidente, cómplice inocente
del ocaso de nuestro amor.









1 susurros:

Anónimo dijo...

Hay un tipo... no recuerdo el nombre, que le hace el prólogo a Las Flores del Mal (una de las versiones) que está 4 hojas hablando sobre lo que es ser poeta.
Dice... No todos los que hacen poesía son poetas y no todos los que son poetas, hacen poesía. Mucha gente escribe poesía, lo hace bien... pero sólo para lucrar con las palabras, eso no es ser poeta.


Besos, Aio.

Te quero~~